La inclusión social busca que todas las personas puedan acceder a las oportunidades que brinda la sociedad en condiciones de igualdad sin importar la edad, condición, género o etnia. Estar socialmente incluido significa hacer parte de la familia y de la comunidad de manera similar a como lo hacen las demás personas. Si esto se cumple, la inclusión social es una herramienta poderosa para hacer sostenibles las estrategias de superación de la pobreza.
Pero la inclusión debe empezar desde antes de nacer. Es fundamental que las mujeres reciban atención integral desde la preconcepción, con el fin de tener un embarazo y un parto seguro, humano y respetuoso.
Al iniciar la vida en condiciones equiparables a las de los demás niños, se contribuye a que esta persona crezca de manera integral y disminuye las brechas que producen la inequidad entre la población.
Es especialmente importante la etapa desde la gestación hasta los seis primeros años de vida, particularmente en el desarrollo del cerebro y las habilidades cognitivas y afectivas que permiten el crecimiento sano en las etapas posteriores y favorecen su potencial a largo plazo en condiciones de igualdad. A lo largo de la vida se debe garantizar el acceso a servicios de salud asequibles y de calidad, de tal manera que se logre y se mantenga un estado físico y mental adecuado.
Otro aspecto de la inclusión social efectiva es el acceso a la educación formal no solo para adquirir conocimientos y competencias útiles para el mercado laboral, sino para la vida en general.
Soraya Montoya, Directora Ejecutiva de la Fundación Saldarriaga Concha.
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