20 de enero de 2011

Una historia en medio de la tragedia invernal de Colombia

El 30 de julio del 2010 Fedecaribe firmó dos contratos con el Plan Padrino de la Presidencia de la República para construir dos aulas adicionales y dos baterías de baño en dos modestos colegios existentes en las poblaciones de Repelón y de Manatí, en el sur del Departamento del Atlántico. Ambas obras - en valores similares – tuvieron un costo de $ 342.2 millones provenientes de recursos aportados por el gobierno del Japón por intermedio de su Embajada en Colombia. Conforme lo pactado Fedecaribe recibió el 24 de noviembre siguiente las obras a satisfacción, avaladas por los interventores. De inmediato se inició la planeación de la posible fecha de inauguración, en ambas poblaciones el mismo día y antes de finalizar el año 2010, con la presencia de la Primera Dama de la Nación María Clemencia de Santos como se acostumbra en el programa. Serían las primeras obras que se inauguraban en el país en el nuevo gobierno, en el marco del Programa Plan Padrino, una propuesta público/privada de alto impacto para mejorar la infraestructura educativa en regiones apartadas del país que ha contado con financiaciones de gobiernos extranjeros y de organizaciones de prestigio.
Los sucesos del 30 de Noviembre del 2010 en el Canal del Dique, seis días después de recibidas las obras, pospusieron las inauguraciones de una infraestructura educativa que hasta hoy no han podido utilizar los niños y jóvenes de las poblaciones de Manatí y Repelón. Ambos colegios fueron necesariamente utilizados como albergues de afectados y damnificados. Las aulas y baños, que no se inundaron, esperan la visita del Sr. Embajador del Japón y su comitiva, la de los funcionarios a cargo del Plan Padrino y la de las autoridades regionales, pero especialmente esperan la sonrisa de la esposa del Sr. Presidente de un país y una región que han sufrido una de las más graves catástrofes en toda su historia. Los sucesos también afectaron la iniciación de una tercera obra similar aprobada y decidida para la población de Santa Lucía en su corregimiento de Algodonal.
Hoy el desbordamiento de las aguas está próximo a desaparecer por la persistencia y tenacidad de tantos, gobernantes y gobernados. Las obras están allí, cuidadas por los afectados, esperando una oportunidad para realizar con alegría una fiesta postergada por la naturaleza. Muy pronto se llevará a cabo el festejo en medio de la confianza que sentirán estas comunidades que habitan unos pueblos humildes, sinceros y sencillos, con la esperanza de una vida mejor por la solidaridad de gentes y organizaciones sociales que trabajan con honestidad por el futuro del país.

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