31 de octubre de 2010

Rendiciones de cuentas y ajá

Columna publicada en El Heraldo.

Por Joachim Hahn

Dos eventos similares en esta semana, que debemos destacar. Similares en sus connotaciones y en sus participantes. Similares en sus alcances y en sus consecuencias. Eventos tecnocráticos, aparentemente áridos, pero con sensibles implicaciones para el desarrollo y el bienestar de esta tan promisoria región.

Primero: Colfuturo, la fundación público-privada que promueve la formación postgraduada de alta calidad internacional para estudiantes destacados, confronta públicamente las reiteradas y adoloridas críticas que sobre concentración en la distribución de las becas-crédito, ha hecho el economista Adolfo Meisel.

Las cifras transparentemente expuestas (una valiente rendición de cuentas) demuestran que, comparativamente, son muy pocos los jóvenes caribes –por nacimiento o por educación– que se presentan y obtienen apoyo. Los egresados de universidades de Bogotá representan el 70% de los admitidos este año, frente al 2% de Barranquilla. Aunque, ciertamente, la cifra de costeños ha aumentado en los últimos años (de 3 a 36 admitidos) gracias, entre otros, a programas de semilleros de talentos. Pero son los egresados de Medellín, los que más han incrementado su presencia: del 9 al 13%. Ajá ¿…y eso?

La dolorosa conclusión es tener que aceptar en el último eslabón de la cadena educativa (el acceso a postgrados de calidad internacional), las gravísimas consecuencias de la debilidad estructural de la educación en el Caribe. Si se pretende acceder a universidades como Oxford, MIT o Harvard, existe una sola alternativa de ingreso: hay que ser muy capaz. Y contar con respaldo y compromiso de las entidades involucradas en la región. Y, ajá, de sus dirigentes.

Segundo: Fedecaribe, el joven gremio que agrupa a un centenar de ONG –organizaciones no gubernamentales– realizan su rendición anual de cuentas. Se presentan y analizan los resultados consolidados de las gestiones sociales en el 2009. Las cifras son elocuentes: 8 millones de ciudadanos, en su mayoría mujeres, se beneficiaron en áreas de educación y salud, principalmente. Para ello este centenar de ONG movilizaron unos 100 mil millones de pesos, generando 1.400 empleos directos, y pagando unos 1.700 millones de pesos en impuestos. Ajá.

Indudablemente un contundente y significativo motor de desarrollo y bienestar. Y en pleno proceso de expansión: el 57% de las ONG de Fedecaribe fueron constituidas durante la última década. Ello indica una tendencia que bien vale la pena evaluar y consolidar, pues las amenazas y los riesgos son evidentes. Su credibilidad se puede ver cuestionada por desinformación, ocultos ánimos de lucro y poder, manipulación y mercantilismo. Su crecimiento y sostenibilidad hacia el futuro están retados por el desinterés de los gobiernos locales (aunado al frecuente abuso de la figura para, ajá, ‘contratos’); como también por su incursión en sectores diferentes a los sociales, como los ambientales y científicos.

Barranquilla ha sido escenario, pues, de dos eventos relativamente discretos. De esos que pasan desapercibidos por el público y por los medios. Pero que representan puntos de quiebre para nuestro futuro colectivo: si no nos ponemos las pilas con la educación de calidad, ajá, nos deja el tren. Por eso hay que apoyar al sector sano y transparente de las ONG, incluyendo a Colfuturo, para aprovechar esa extraordinaria fuerza social y el inusitado e inexplotado talento que aun existe en este bello, prometedor y acomplejado Caribe.

O sea, ajá, la bola está en nuestro lado de la cancha.

jhahn@uninorte.edu.co

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