“Las
Fundaciones deberían tener los bolsillos de cristal” frase
mencionada en el año 1952 por Russell
Leffingwell, Presidente de la Corporación
Carnegie.
Medio siglo después la transparencia y todas
las acciones de probidad siguen colgando de un hilo, son muy pocas las
organizaciones de la sociedad civil que muestra quienes son, qué hacen, cómo lo
hacen, para quién lo hacen, con qué lo hacen y otras categorías más que deben
exponer los acostumbrados informes anuales, páginas web o cualquier otro medio
de difusión que permita hacer este tipo de información un asunto público.
En muchos países se han diseñado diferentes
estrategias para contribuir con una cultura de transparencia en el sector
social, parten desde el caso básico y modelo a seguir de algunas naciones de Latinoamérica
y el Caribe como lo es la autorregulación, elegir ser transparente y adoptar
buenas políticas de manera voluntaria; otro caso y bastante innovador es el que
han adoptado algunas fundaciones en Estados Unidos, haciendo uso de las nuevas
tecnologías crearon un portal para hacer un seguimiento en
tiempo real de las donaciones a fundaciones en apoyo de Haití; y como
último caso se conoce que muchos gobiernos reconocen el destacado labor de OSC, y el poder que esto supone, los han buscado
regular al Tercer Sector, a través de
reformas que exigen documentación vigente de las acciones de las
entidades sin ánimo de lucro.
Esto nos lleva a pensar que
ya no alcanza con ser buenos, sino que cada vez más el resto de la sociedad y
distintos sectores exigen que la sociedad civil de cuenta de sus recursos, de
su trabajo, de sus actividades e impacto y ello se convierte en una nueva
fuente de la legitimidad de las propias organizaciones.
La nota de hoy es, tener
los bolsillos de cristal es un acto de
compromiso y seriedad.
Cindy Altamiranda Torres - comunicaciones@fedecaribe.org.co
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