18 de enero de 2011

El Conservatorio de Música de Sincelejo en El Meridiano de Sucre

El Conservatorio de Música de Sincelejo es un Centro de Educación para el trabajo y el desarrollo humano. Es una entidad que pertenece al Movimiento de Fedecaribe y los Nodos Regionales. Ha participado de los ejercicios de Rendición Social de Cuentas de 2009 y 2010 liderados por el Movimiento. Compartimos con nuestros lectores y seguidores la columna publicada recientemente sobre el Conservatorio de Música de Sincelejo en El Meridiano de Sucre.


El Conservatorio de música
Por ROBERTO SAMUR ESGUERRA

Para el tema que nos ocupa, por Conservatorio debe entenderse el establecimiento --oficial por lo común-- en el que se dan enseñanzas de música, declamación y otras artes conexas. La primera observación respecto del de Sincelejo es que no es oficial, sino una fundación constituida por la familia Orozco Gutiérrez, cuyos objetivos concretos son el establecimiento de un centro de formación académica-musical en la ejecución de instrumentos de la familia de las cañas, de los metales, de las cuerdas, de la percusión, así como en la educación de la voz, y en general, en los misterios de la música.
Actualmente cuenta con más de ochocientos alumnos, casi todos de estratos bajos que acuden a una sede arrendada, cada día más insuficiente ante la creciente demanda de inscripciones que presenta. En Sincelejo, no se disponía de maestros, ni de escuelas donde satisfacer este tipo de necesidades, lo cual se constituía en una inmensa paradoja en una tierra tan fértil para músicos empíricos y autodidactas, especialmente, como ya se dijo, provenientes de estratos bajos sin acceso al estudio, ni espacios para el desarrollo de su gran talento natural. Por ello, la fundación "Conservatorio de Música de Sincelejo" fue creada hace diez años como una Institución sin ánimo de lucro, luego de la exitosa gestión de sus fundadores para la adquisición de un piano de cola con destino al Teatro Municipal y de la donación de algunos instrumentos musicales que, en virtud de esa misma gestión, hiciera una escuela alemana de similares propósitos.
Sus primeras actividades se realizaron en el barrio Altos del Rosario, habitado en su mayoría por desplazados por la violencia. Allí se formó con cincuenta y siete menores, el primer coro de niños desplazados, que causó un gran impacto social por el tema bandera con que iniciaban sus conciertos, alusivo a la violencia que comenzó a atropellarlos desde su infeliz infancia.
Creo que aquí todavía no nos hemos percatado de la inmensa riqueza que la fundación representa. Para entenderlo será suficiente saber que en estos diez años ha reunido más de doscientos treinta instrumentos de entre viento, teclado, percusión y cuerdas, con los cuales ha educado a más de cinco mil estudiantes ya egresados, vinculados hoy a las principales empresas musicales del país, no sólo en la interpretación, sino en la creación y en los procesos técnicos de grabación. Si recordamos que en Colombia no existen más de diez entidades de este tipo, entre las que se destacan el conservatorio de Ibagué y los de las Universidades Nacional de Bogotá y de Antioquia y la Industrial de Santander, entenderíamos que estamos frente a una de las instituciones educativas y culturales más importantes de Colombia, y tal vez, la primera entre las de su género de origen no gubernamental. El Jardín Musical, para niños de entre dos y seis años se ha convertido en el proyecto más representativo de la institución, dado que garantiza, desde esa temprana edad, la continuidad en la erradicación total del empirismo musical y coadyuva para que las nuevas generaciones, así introducidas en el mundo académico-musical, se constituyan en un modelo de convivencia pacífica como el mejor aporte al establecimiento de nuevas relaciones sociales que logren, al fin, establecer un clima en el que, esa convivencia, sea el principio de la tolerancia que la sociedad requiere para adentrase en los nuevos tiempos.
Es imperativo entonces que los estamentos oficiales y particulares de la ciudad y del departamento concurran con generosidad al progreso y desarrollo del Conservatorio de Música de Sincelejo, para que continúe siendo reconocido y posicionado con miras el descubrimiento y pulimiento del talento de nuestra gente; ese que aquí se da silvestre.
Después de errar por los Altos del Rosario, por la nave de un templo, por un rincón del Teatro Municipal y por el edificio Zuccardy, actualmente funciona en arrendamiento en la vieja casona que fue de mis abuelos libaneses, ahí en la Calle del Comercio, donde hace algo más de medio siglo, también como ahora, se oían las notas de un piano alemán magistralmente interpretado por la tía Marta; y donde --vean a la historia dando vueltas-- tenía un local en arrendamiento para su droguería, don Eduardo Gutiérrez, el padre de Zoraida. El crecimiento natural del conservatorio, requiere de una sede propia. Este es el propósito de sus directores-fundadores y debe ser también el de todos los sincelejanos y sucreños.
roberto.468@hotmail.com

*Columna tomada de El Meridiano de Córdoba

Aida Hernández Rúa

eventos@fedecaribe.org.co

http://fedecaribeenred.blogspot.com

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